Ya están aquí las temporadas de bodas, bautizos y comuniones, ocasiones especiales en las que se invierte tiempo y dinero para tener buen aspecto. Desde la ropa hasta el maquillaje son muchos los factores que se tienen en cuenta, y entre ellos, preparar la piel es clave.
Antes de cualquier tratamiento de belleza es fundamental hacer una limpieza adecuada tanto por la mañana como por la noche. Para optimizar los efectos de la limpieza, se recomienda exfoliar la piel una o tres veces por semana para retirar las células muertas y acelerar la regeneración celular. De esta forma, la piel gana luminosidad y absorberá mejor los productos que se utilicen después.
Para su aplicación se aconseja coger una pequeña cantidad de exfoliante, extenderlo por todo el rostro con movimientos circulares y eliminar los restos con agua.
Tras la limpieza de la cara en profundidad, es el momento de aplicar mascarillas atendiendo a las necesidades de cada piel. Las mascarillas presentan distintas texturas según su composición y sus propiedades, por lo que cada una está diseñada para cubrir unas necesidades específicas. En general, su principal función es liberar principios activos por saturación, es decir, forman una capa sobre la piel, permitiendo que penetren en ella. A diferencia de los sérum, las mascarillas tienen una acción más específica, como por ejemplo, hidratantes o reafirmantes, y además, facilitan la fijación del maquillaje. Son ideales para estas celebraciones porque la piel estará más hidratada y con más luminosidad.
Recomiendamos para su uso, aplicarlas en pequeñas cantidades sobre el rostro pero evitando el contorno de los ojos. Tras dejar que actúen durante 15 minutos, es necesario retirar el exceso con un pañuelo y, en algunos casos, aclarar con agua. Para obtener mejores resultados hay que dejar la mascarilla durante toda la noche